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Un año

· 6 min read

Lo que sigue es un ladrillo ombligocéntrico que no puede interesar a nadie más que a mí mismo. Seguro que tienes mejores cosas que hacer que leerlo :¬) El 21 de marzo del año pasado llegué a Londres Heathrow, solo, con mis maletas, para buscar piso y trabajo (no tenía nada excepto a mi amiga Araceli y su hospitalidad). Tres días después tenía una habitación en un piso compartido (que cambiaría luego por otro). Un mes y pico más tarde empecé a trabajar en una pequeña empresa, en la que sigo a día de hoy. El miércoles de la semana pasada hizo un año que vivo en Inglaterra. He batido pues mi récord personal de permanencia: unos diez meses en Milán, prácticamente un año en Sevilla… quién sabe cuánto tiempo en Londres. Suelo reflexionar sobre mi situación; ése es el tipo de cosas que uno puede hacer en mis circunstancias. Pero parece que cumplir el periodo redondo lo hace más trascendente. Así que en estos días estoy intentando hacer el diff de mi vida entre la revisión de hace un año y la actual. E intento ser objetivo. Me parece importante, porque en función de esos cambios habrá que decidir qué hacer a continuación. Si el desarrollo ha sido bueno, habrá que seguir en la misma dirección. Si las cosas no funcionan bien según el diseño inicial, quizás haya que crear una etiqueta e iniciar una nueva rama (y si hay que hacer una migración, ésta podría ser complicada). Podría ser necesario, incluso, revertir los cambios en ciertas partes y volver a revisiones anteriores. Ahí va un diff caprichoso, desordenado, incompleto y seguramente no tan objetivo: Me queda un año menos para hacer cosas antes de espicharla. Con 26'5 años, hace tiempo que el cristal en la palma de mi mano es amarillo. Pero también tengo un año más de experiencia, y es un poco menos probable que cometa los mismos errores que haya podido cometer en los 26'5 años anteriores. También puedo contar más batallitas; tantas como caben en un año. Como persona, soy un año más «interesante» y también un año más coñazo. (Lógicamente, y dado que no tengo ningún control sobre el factor «devenir inexorable del tiempo», todo esto importa poco en realidad). Mi DMSQ es más alta ahora. Tengo muy cerca a un puñado de personas a las que quiero, pero la inmensa mayoría de mis familiares y amigos están en «zona 7» (también llamada «zona Ryanair») y no puedo verlos sin coger un avión (aunque al menos ahora me es más fácil viajar a cualquier sitio que hace un año). Muchas de mis relaciones se han debilitado, o han cambiado significativamente en este año. De todos es sabido que el amistón y el cariñón, partículas subatómicas responsables de las relaciones humanas, tienden a desintegrarse en partículas de menor energía cuando se ven obligadas a viajar distancias superiores a unos pocos cientos de km. Mi día a día es bastante más variado de lo que era hace un año, por el simple hecho de estar aquí y ser un guiri. Incluso la rutina de los días de trabajo sin nada especial es un poco más interesante. Soy una especie de turista en estado semivegetativo durante 24 horas al día, aunque también sea un currito con todas las de la ley. En general, ahora me es más difícil relacionarme con la gente que tengo alrededor. Da igual que sea un mero dependiente, un colaborador del trabajo o un amigo potencial: el idioma y la cultura son una barrera a menos que uno sea oriundo o bilingüe (y yo ya nunca lo seré). Relacionándome con nativos soy menos elocuente, preciso, divertido, ocurrente y educado. ¡No es que sea todo eso hablando en español! Pero en cualquier caso, en inglés lo soy aún menos. Mi inglés es bastante mejor que hace un año. Supongo. De malo a regular. Me es muy difícil evaluar cuánto he aprendido en este tiempo. Pero sí creo que lo entiendo bastante mejor y lo leo con menos esfuerzo. También me siento un poco más cómodo hablándolo y mi vocabulario se ha ampliado. En cuanto a mi italiano, se ha mantenido estable con pronóstico reservado; está un año más oxidado, pero al menos lo uso de vez en cuando. He empezado a aprender japonés, que es algo que siempre había querido hacer, y que me ilusiona. Mi sueldo neto es mucho más alto que hace un año, incluso pagando un porcentaje mayor de impuestos. El alquiler de mi habitación, el transporte, la comida y en general cualquier cosa también me cuestan mucho más ahora, pero aún así la diferencia es positiva. Además, las cosas que cuestan más o menos lo mismo en cualquier parte del mundo (un iPod, un billete de avión, el alojamiento de esta bitácora) son para mí bastante más baratas ahora en términos relativos. Hay muchas más cosas ocurriendo a mi alrededor. Sea ocio, deporte, cultura o política, siempre hay mil cosas importantes a escasos kilómetros de mí. Y no importa que la compare con Granada, Sevilla o Madrid: esta ciudad siempre gana en cantidad y en variedad. Londres es, oficialmente, «la polla» (Golan dixit). Lo malo es que no estoy aprovechando todas esas posibilidades por falta de ánimo y de quórum. Como peor. Aquí tengo poca variedad de productos naturales sin alterar (¡pescado!) y abunda la comida facilona, artificial y no muy sana. Me da menos el sol, hay menos luz, el invierno es chungo. Aunque esto no lo llevo tan mal como me temía (ventajas de ser un friki misántropo intrapuertas). Lo bueno es que en primavera y en verano los días son aún más largos que en España, y no hace tanto calor. Etcétera. Ahora tengo que dejarlo reposar con tranquilidad.