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Cuatro razones para estar contento

· 2 min read

Una revelación de optimismo repentino que me vino esta tarde, de ésas que conviene atrapar y archivar pa' cuando hagan falta:

  1. Por las mañanas tardo exactamente veintidós minutos en llegar desde casa a mi nuevo trabajo; tres paradas de metro sin transbordos más dos paseos muy cortos. Al mediodía puedo andar cinco minutos y comerme el bocata en el «Km 0» de Londres, sentado en las escaleras de la National Gallery, al pie de la Columna de Nelson.
  2. Por las tardes, después del trabajo, sólo tengo que caminar otros diez minutos para llegar a la escuela de idiomas en la que hago mi curso para ser profe de español: un par de manzanas hacia el norte, cruzo Covent Garden justo por el centro de la plaza y enseguida llego a Holborn. Si me pongo tonto alargo el paseo un minuto o dos más y atravieso también Seven Dials, un barrio que me encanta.
  3. Mi nueva empresa es muy solvente y ofrece todas las facilidades típicas de una organización con casi 200 empleados en Central London. Me pagan más que en mi trabajo anterior, en principio trabajando igual o menos. Y los horarios son medio flexibles. Parece casi seguro que no voy a tener problemas para ir a clase cada tarde de lunes a jueves.
  4. Desde que cambió la hora, salgo del trabajo y aún es de día un buen rato.

Hago lo que me da la gana con mi tiempo. No dependo de nadie y nadie depende de mí.