Hace algún tiempo me dio por buscar porno
dirigido a mujeres y los resultados fueron muy decepcionantes.
Sí, ya sé lo que estáis pensando: «pues claro, ¿qué esperabas? Eso es
como buscar novelas rosas para hombres heterosexuales». Pero me resistía
a pensar que nadie se hubiese molestado nunca en escribir y producir una
porno contando la otra mitad de la historia, como a la otra mitad le
gustaría que ésta fuese. Alguien debía haberlo hecho, ¿no? Habiendo una
buena cantidad de mujeres que aceptan el porno estándar, e incluso una
minoría que realmente lo disfruta, no es tan descabellado.
Parece imposible que ninguna productora se haya dedicado a hacer
películas que no aburran, repelan y/o indignen a las chicas. Cierto que
sería un mercado muy pequeño comparado con el de los hombres. Pero por
otro lado quien empezase a hacerlo no tendría ninguna competencia. Puede
que respondiesen pocas, poquísimas mujeres, ¡pero casi nadie había
pensado antes en ellas! Ésa si que es una larga
cola.
Y no la de Peter North (lo siento, tenía que ponerlo).
Encontré en algún libro unas pocas direcciones web y nombres propios de
directoras de cine porno. Cuando lo consulté en Internet, las supuestas
directoras en realidad se dedicaban a escribir en revistas y a dar
charlas sobre feminismo. Y las presuntas webs para mujeres… bueno,
parecían una web porno como otra cualquiera. Si acaso unos tonos rosas
aquí y allá para cumplir. Y unas florecillas. Salvo por esos detalles,
las páginas para mujeres presentaban en portada las habituales
funciones sinusoidales definidas a trozos (a base de polímeros de
silicio) y los mismos arquenterones taladrados forzando el macro de la
cámara. Que digo yo que si de eso se trataba, ya podrían poner
florecillas rosas en los decorados de todas las películas porno y así se
convertirían en pelis unisex y gustarían automáticamente a ambos
miembros de la pareja.
No, me negaba a pensar que ésa fuese la diferencia. Unos simples
retoques ñoños alrededor de la casquería habitual no podían reflejar
todas las diferencias entre los gustos de hombres y mujeres. Me podía
imaginar perfectamente a ese webmaster grasiento, tan ufano pensando
que ha conseguido captar la sensibilidad femenina sólo con poner un
osito mimoso en la portada de la web y cuatro retratos con los bordes
difuminado del cromañón mellado que tienen por estrella porno
escondiendo las cicatrices e intentando poner cara de «sé escuchar y a
mí también me gustan los gatitos».
Así que mis pesquisas resultaron vanas y archivé el caso concluyendo que
el porno para mujeres era una leyenda urbana.

Pero hete aquí que por casualidad
(via un
amigo, via
«Menéame»,
via «Los
4»)
hace dos días encuentro «The good
girl»,
un cortometraje porno dirigido por una mujer, pensado para mujeres… ¡y
con licencia
CC!
Pesa menos de 80 MB, dura 20 minutos, es diferente y tiene pinta
friki. Hay que verla.
Pero, ¿es buena? ¿Buena para quién? ¿Y es realmente diferente?
Sí, es diferente. Notablemente distinta al resto. Sospecho que algunas
de esas diferencias son cambios acertados pensando en las chicas que van
a verla, mientras que otras serán más bien topicazos, prejuicios,
suposiciones sobre lo que sobra y lo que falta en el porno de
siempre para que pueda gustar a las mujeres. Aunque tengo mis sospechas,
no me siento capaz de separar todos los cambios buenos de los malos,
principalmente porque soy un tío.
Empecemos por los defectos.
La producción y la postproducción son evidentemente pobres. No es un
gran qué teniendo en cuenta lo bien que se vende todo lo amateur y el
lou-fai, pero el caso es que la falta de presupuesto se deja notar a lo
largo de toda la película. El talento dramático de los actores tampoco
es digno de reseñar, precisamente (aunque desde luego son merecedores
del Óscar si los comparamos con los habituales empujadores robotizados).
Pero claro, como ya habrá sospechado el avispado lector, una peli porno
para chicas tiene «argumento» (os recuerdo, es cuando necesitas que la
sangre vuelva a subir al cerebro para enteder lo que está pasando en la
pantalla) y «diálogos» (eso es cuando los personajes emiten sonidos que
no son gruñidos, gemidos, ni empiezan por «f»). Así que desgraciadamente
la (falta de) calidad interpretativa se nota más en este caso.
Un error gordo que ya apuntaban en los comentarios a la entrada original
en «Los 4» tiene que ver con el sonido. Cuando los personajes están en
faena, durante casi todo el tiempo suena música que tapa el audio de la
grabación. Además, la elección de la música no parece contentar a nadie
(no es el típico
muzak,
sino canciones melosas con letra). La cosa es especialmente grave porque
si el libro gordo de Petete no mentía, las chicas se excitan más por el
oído (no seáis bestias, que no me refiero a eso). Se excitan más que
nosotros, quiero decir. Así que si vas a ser menos explícito visualmente
y a recurrir en cambio a palabras bonitas y sensuales y al sonido de la
respiración para contentar a las chicas, ¡no puedes pisar el audio con
música!
Dicho esto, a mí me ha gustado el tomate de la película. No es el típico
despliegue de números de malabarismo. No hay vaivenes con una frecuencia
en el rango de los kiloherzios, elasticidades sobrehumanas ni
primerísimos planos. Pero es explícito, hay variedad y la chica sale
muy bien. (Supongo que debería juzgar al chico, pero eso se lo dejo a
ellas).
El cambio en la actitud de los personajes (sobre todo la manera que él
tiene de tocarla) es muy de agradecer. No a todos los tíos les gusta ver
cómo las estrangulan con una mano. A mí no.
Me ha llamado la atención que el final del polvo es el típico. Pensaba
que aquí se notaría más la mano femenina, pero no. No pienso que los
finales típicos tengan nada de malo; sencillamente me imaginaba que una
mujer preferiría ver algo distinto (o no ver nada). Aún así, hasta eso
es diferente. Hay cariñitos. En algunos momentos se pasan un poco con
los filtros de desenfoque del Adobe Premiere, queda un poco Ágata Ruíz
de la Prada. Pero es disculpable.
En definitiva, reconozco el mérito y aplaudo la iniciativa. Yo creo que
puede haber algún tipo de porno que guste a un porcentaje significativo
de mujeres, que se pueda vender y que sea rentable y creativo. Si a
muchos hombres (y a muchas mujeres) les cuesta imaginarlo y son
escépticos es porque están condicionados por el porno actual. La clave
está en que ese nuevo porno se parecerá muy poco al que hay ahora.
La obra de Corín
Tellado
es el epítome del romanticismo femenino. Recuerdo que en una entrevista
le preguntaron qué le parecía la historia de Romeo y Julieta. Ella dijo
que le gustaba, pero que le faltaba algo. Dijo que le faltaba sexo.