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Los mejores contra los ganadores

· 6 min read

O de quién ganó en realidad el debate sobre el estado de la nación

Vaya por delante que nunca he entendido por qué evaluamos los debates políticos de todo pelaje en términos de «ganadores» y «perdedores». La teoría dice que el trabajo de los políticos profesionales —de todos ellos— es en favor del país, de la región, del municipio; no en contra de otros colegas, también trabajadores de la política. Si se probase que un diputado emplea su jornada laboral en minar el trabajo de otro diputado (insisto: un «compañero de trabajo» en toda regla, incluso si milita en un partido contrario) o en debilitar a su equipo, tendríamos causa suficiente para un despido procedente, ¿verdad? Asumiendo la simplificación maniquea de «ganador» y «perdedor» nos estamos rindiendo al cinismo de la política real, la que tocamos todos los días. Los únicos resultados legítimos, representativos y vinculantes que puede exhibir un partido político para respaldar sus posiciones son votos en elecciones, referenda, etc. Defender la validez de unas ideas basándose en la «popularidad» (vaya métrica frívola para una discusión política) o en la «valoración» de los espectadores/oyentes tras un acontecimiento político concreto tiene la misma profundidad que llamar a los espectadores al cine a ver una película usando como señuelo la cantidad de gente que ya ha pasado por la taquilla: argumentum ad populum de manual. Dicho esto, me han llamado la atención los resultados de la encuesta que el CIS hizo acerca del reciente debate sobre el estado de la nación. De los muchos sondeos y estudios posteriores al debate, supongo que si a alguno se le puede suponer cierta objetividad es a este. Adivinen qué parlamentario se coloca en cabeza en cuanto a valoración media de los espectadores/oyentes que siguieron el debate. Cada barra es un representante parlamentario; la pregunta fue «¿cómo le parecieron las intervenciones a lo largo del debate de…?»; la gráfica de arriba representa respuestas «muy bien»; las de abajo, de izquierda a derecha: «bastante bien», «bastante mal», «muy mal».

«¿Cómo le parecieron las intervenciones a lo largo del debate
de…?»

La primera gráfica es bastante elocuente. Sin embargo, y en justicia, no podemos concluir que Rosa Díez fuera la ganadora que tuvo las mejores intervenciones del debate, porque las opciones que los entrevistadores ofrecieron para la pregunta son discretas y cualitativas. Además, de las 1518 entrevistas que constituyen la muestra, solo se le hizo esta pregunta a las 973 personas (64% del total) que dijeron haber seguido el debate. Se me antoja un número un poco pequeño para ser representativo; quizá las particularidades por regiones, intereses, grupos demográficos todavía distorsionan bastante los resultados a este nivel… Mi lectura es que Rosa Díez (y por extensión UPyD) es la que mejor conecta con los ciudadanos… cuando tiene la oportunidad de llegar a los ciudadanos (un poco más abajo aclaro este matiz). Pero para que fuese una ganadora clara, además de puntuar alto en las primeras dos gráficas también debería recabar pocos votos en las gráficas negativas (las que indican intervenciones «bastante malas» y «muy malas»), y eso no ocurre. En mi opinión, si su nombre aparece en cabeza también en votos negativos (siendo como es una representante «minoritaria») es porque su mensaje es más honesto que el de aquellos políticos que suavizan sus opiniones (e incluso las maquillan según la ocasión) para complacer a un mayor número de personas. La siguiente pregunta (también solo para gente que siguió el debate) arroja resultados parecidos para Rosa Díez. En este caso la pregunta fue: «en relación con lo que dijo cada líder político, ¿podría decirme si está usted de acuerdo…?» y las cuatro respuestas son, respectivamente, «con la mayoría de las cosas que dijo», «con bastantes de las cosas que dijo», «con pocas de las cosas que dijo», «con nada o casi nada de lo que dijo».

«En relación con lo que dijo cada líder político, ¿podría decirme si
está usted de
acuerdo…?»

A algunos nos sorprenden poco y nos alegran bastante estas cifras. Y no porque las propuestas de UPyD ganen legitimidad a nuestros ojos en función del apoyo popular del momento, sino simplemente porque una tendencia continuada a ganar simpatía entre los ciudadanos implica más votos, más representación parlamentaria y más influencia para el partido. A quien haya seguido las encuestas de popularidad de los principales líderes políticos durante el último par de años (con Rosa Díez sistemáticamente en el primer o en el segundo puesto a nivel nacional) no le resultará extraño ya ver al partido con un único escaño destacando en el debate sobre el estado de la nación por encima de los dos partidos grandes tradicionales. El resultado realmente importante, y quizá sorprendente, lo he dejado para el final. Las dos gráficas anteriores reflejan respuestas cuando al encuestado se le pregunta por todos los representantes parlamentarios, uno por uno. Por ejemplo, «¿cómo le parecieron las intervenciones a lo largo del debate de Francisco Jorquera?» («¿y quién es ese?», respondería yo :¬) Pero, ¿qué pasa cuando se pregunta a bocajarro por un ganador, sin ofrecer una lista de nombres para elegir? Parecería lógico que Rosa Díez estuviese otra vez en cabeza, ¿verdad? Estas son las respuestas a la pregunta «¿Quién cree que ha ganado el debate?»:

«¿Quién cree que ha ganado el debate?» (respuesta
espontánea)

Este es el fenómeno al que aludía más arriba: los ciudadanos se identifican con el mensaje de Rosa Díez a pesar de que sigue siendo una desconocida, en términos relativos. Si no se menciona su nombre, los encuestados siguen recurriendo mecánicamente al presidente del gobierno y al líder de la oposición (y al representante de CiU, cuyas intervenciones son tradicionalmente percibidas como elegantes y pintorescas en todos los debates sobre el estado de la nación). Si UPyD no ha llegado más lejos ya es solo porque los ciudadanos no tenemos bien presentes todas las opciones. La segunda reflexión es que los ciudadanos diferenciamos conscientemente entre quién nos ha gustado más a nosotros y quién creemos que «ha ganado». Mientras los votantes sigamos plegándonos a las preferencias que nos venden como mayoritarias y deseables los propios partidos (y sus grupos mediáticos respectivos) no eliminaremos ese escalón anómalo que por desgracia todavía separa a «los mejores» de «los ganadores».

Area of twelve parks

· 2 min read

This morning I went running in El Retiro Park with my friend Esteban, as we often do. When I came back home, I wondered how big El Retiro is, relative to other parks I know. El Retiro is fairly big — 4 laps around its perimeter sum up ~18.7 km (~11.6 mi), and that proved a great distance when Esteban and I were training for the Madrid Half Marathon. But if El Retiro is first among all parks for madrileños, it is not because of its size but because of its perfect location, the variety and quality of the sights it offers and its lively atmosphere. To find out how some parks compare among them, I dug up some data in Wikipedia, and when that wasn't available, in a few other pages, mainly from city councils etc. The image compares the relative areas of twelve parks in different cities of the world. Absolute areas are also shown, in hectare (104 m2). Ignore shapes, though.

Click to enlarge
infographics

Disclaimer: this selection of parks isn't intended to be comprehensive or representative of anything. It's just a bunch of parks I love, from cities I have lived in, or at least visited (the exception to this rule is Central Park: I haven't been to NYC, but I included Central Park as a reference, for I guess it's the most famous park worldwide). Finally, this isn't to prove that Madrid can boast about owning the largest park. Casa de Campo's eastmost side is as close to Madrid's official “city centre” as El Retiro, but in justice it could also be called a forest… Sometimes it's just a matter of labels, isn't it?

Seis años no son nada

· 3 min read

Cinco años y medio, 430 km y unos cuantos grados centígrados separan estas dos imágenes:

E.T.S. de Ingeniería Informática, Granada, verano de
2004

E.T.S. de Ingeniería Informática, Granada, verano de 2004

Mercado de San Miguel, Madrid, febrero de
2010

Mercado de San Miguel, Madrid, febrero de 2010

El otro día nos juntamos en el Mercado de San Miguel, aquí en Madrid, unos cuantos compañeros de la promoción 1998–2003 (más bien 1998–2004) de ingeniería informática de la Universidad de Granada. Resulta que un día andando por la Calle Mayor (casualmente, al lado de este mercado) me crucé con Alvarito (quien anda ahora muy ocupado en sus proyectos empresariales) e intercambiamos teléfonos. Por otro lado, la semana pasada LinkedIn me reconectó felizmente con Fede. No solo eso, sino que Fede y otros pocos estaban cocinando un reencuentro precisamente para esa misma noche. Yo tenía invitados aquel día, pero conseguí pasarme un ratito por el mercado y tomarme un algo rápido con la gente que veis en la foto. Álvaro y Juande aparecieron en el último momento. Creo que de los compañeros que hemos emigrado a Madrid (unos hace ya años, otros —como yo— hace apenas unos meses) al único que eché en falta fue a Rubén (¡que ya tiene una niña, me cuentan!). Fue un momento de recuerdos. En las caras de los cuatro que estamos en ambas fotos (Juan, Fede, Juande y yo) puede apreciarse claramente cómo somos más viejunos, y también un poco menos pardillos (¿no?). En la foto antigua acababámos de terminar la carrera, o apenas nos quedaba un par de asignaturas, y se ve el careto de satisfacción (y ese bendito sol del verano en Granada). Ahora somos unos currelas y unos madrileños en menor o mayor grado; la mayoría con novia formal (cuando no esposa), coche, descendencia, hipoteca, o una combinación de las anteriores. La mayoría, que no todos. Ademas, y para rizar el rizo, el otro día revisando mis fotos en Flickr vi que la foto de arriba de 2004 es la primera de mis fotos públicas. Así que ahora mismo estas dos fotos son el alfa y el omega de mi Flickr, y se cierra así el círculo del photostream. Si a esto le unimos que hace un rato me acaba de decir otro de mis grandes y queridos amigos de la ETSII que este año se casa con toda la parafernalia, en el pueblo de ella, ¡y por la Iglesia! (otro que cae) no puedo no sentirme hoy un poco nostálgico (y raruno a la vez). ¡Salud y núcleos de ferrita!

Otra fotillo de la misma
noche

Otra fotillo de la misma noche

Uno de esos días en la oficina

· One min read

Esta mañana en la oficina he hecho un svn revert -R . en el directorio equivocado, lo que ha volatilizado una hora o dos de trabajo del día anterior. Poco después he abierto una ventana de MI y he estado dándole la brasa durante más de una página a Luis sobre detalles del proyecto. Me respondía unas cosas rarísimas y no parecía entender nada de lo que yo le decía, hasta que me ha recordado quién era, y entonces me he dado cuenta de que no era el Luis que yo pensaba, sino otro. Y aún antes de comer me ha dado tiempo de dejarme el foco del sistema de ventanas en la aplicación equivocada y de escribir (y enviar) enterita y por error una de mis contraseñas más preciadas a otro colega con el que estaba charlando. A pesar de todo eso, el día ha continuado medio normal. Incluso he ido esta noche a la sala Galileo Galilei a ver a Faemino y Cansado en directo. Muy divertidos. Y no me he roto una pierna ni nada. Ahora a dormir.

«Tiempo de Silencio» en el Gijón

· 4 min read

«Nada, que le tiraba. Madrid tira mucho. Hasta a los que no son de aquí. Yo lo soy, nacido en Madrid.»

— Luis Martín-Santos, «Tiempo de Silencio».

El Café Gijón es hasta barato (3,70 € un espresso con leche en mesa, más la propina) teniendo en cuenta lo cargado que está el lugar de significados y lo electrizante que es leer allí ciertos libros. Hoy he salido del metro en Banco de España y he subido por el Paseo de Recoletos. He llegado pronto, había muy poca gente, y he elegido una mesa bajo el espejo enorme. Me he encaramado en el plástico rojo de ese asiento corrido tan acolchado, espalda contra la pared, y he amortizado el desembolso alargando mi café y disfrutando del ambiente mientras el lugar se iba llenando poco a poco. Será la sugestión del lugar y del precio, pero juraría que el café estaba especialmente rico.

Portada del
Gijón

He alternado lectura con contemplación (no interior, sino de la otra). Los camareros van todos de uniforme blanco, excepto el señor orondo que maneja el comandero, que va de negro y con corbata. A mi alrededor, intentaba detectar indicios en los parroquianos. Un señor que estaba solo, como yo, abrió su moleskine nada más llegar y escribía a ratos. Un viejo, al que el jefe de camareros saludó con complicidad, y que por su edad debió ser coetáneo de los del 98 por lo menos, parecía dibujar bocetos en su libreta hasta que llegó su amigo un buen rato más tarde. Un hombre cerca de mí explicaba a otros dos la situación de las licencias de televisión privadas, comparaba con otros países y desentrañaba los intereses políticos detrás de ese negocio.

Interior del Café Gijón
(1)

Interior del Café Gijón
(2)

El libro que yo llevaba era muy propio (no iba a leer allí a Larry McMurtry, claro): «Tiempo de Silencio», una novela de 1961, muy comentada y muy celebrada, de Luis Martín-Santos, que empecé a leer ayer mismo. La que tengo es una edición 35ª, nada menos, e incluye las páginas que fueron censuradas cuando se publicó por primera vez. Al parecer, la novela es un retrato fantástico del Madrid de finales de los años 40; y desde que me enteré de qué iba y mis padres la sacaron de entre los estantes de libros y me contaron un poco acerca de su autor, estaba deseando leerla. De eso hace dos meses. Y aunque me estoy tapando los ojos con la mano para no leer los espóileres en la Wikipedia (deberíais verme; qué ridículo estoy), me ha parecido ver que el propio Café Gijón sale en la novela.

Leyendo en el Café
Gijón

Temía el comienzo, porque me habían prevenido del estilo denso, barroco y extravagante. Pero está resultando una delicia. Es verdad que hay mucha subordinación, pocos puntos y seguido (poquísimos puntos y aparte), profusión de palabras difíciles y de transcripciones atrevidas del inglés, y una variedad brutal de registros, desde el cheli más castizo de las chabolas de Madrid hasta el lenguaje cultísimo e irónico del narrador-protagonista. Pero todas las descripciones son tan minuciosas y tan originales, el relato está tan bien tejido y es tan rico, que se hace fluido. Y además muy divertido. La atmósfera tan evocadora de ese Madrid opresivo de postguerra, en un otoño luminoso aunque frío y gris, bullicioso de hambre y de miseria y de personajes misteriosos que merodean la calle Atocha en gabardina me está recordando bastante a «Beltenebros», de Muñoz-Molina. Además, el libro contiene en sus primeras páginas un par de frases miriamétricas pero maravillosas acerca de la ciudad en general, y de Madrid en particular. Siendo como es la idea de ciudad uno de mis objetos de fascinación, una de esas citas ya ha dado nombre al conjunto en Flickr que estoy dedicando a mis fotos de Madrid. Y ya en octubre decidí que será también el encabezado para el rediseño que estoy pergeñando para mi sitio web y para esta bitácora. Por si os ha picado la curiosidad, aquí tenéis la novela en versión electrónica:

Machismos

· 3 min read

Una muestra más de las actitudes machistas que aún pululan por ahí, y que atribuyen a las mujeres, de forma paternalista, un carácter fundamentalmente emocional y débil, relegando su competencia profesional y su independencia a un segundo plano. Un enfoque esencialista según el cual las mujeres, por ser mujeres, son inseguras y necesitan de afectos en el lugar de trabajo, víctimas de un ideal romántico de dependencia (fuentes y enlaces más abajo):

«Las mujeres, por miedo a no ser queridas viven en la impostura, un modelo de comportamiento femenino que tiene como objetivo adaptarse a las distintas exigencias para evitar el rechazo

«La forma femenina de estar en el mundo está marcada por el miedo a no ser queridas, y este miedo a no ser aceptadas convierte a las mujeres en sumisas, les impide demostrar su talento y provoca una actitud que envía al entorno un mensaje de búsqueda de protección, se infantilizan.»

«Se ha llamado el Síndrome de Maripili a las actitudes no conscientes de sabotaje que tienen las mujeres y son la consecuencia del miedo a no ser queridas

…solo que estas citas están extraídas de una fuente poco sospechosa de machismo (en principio): la web Liderazgo Femenino (no encuentro información sobre qué institución está detrás), ligada al I Congreso Internacional de Liderazgo Femenino, que tuvo lugar hace pocos días en Barcelona. Cualquier intento por eliminar discriminaciones a la hora de contratar mujeres y por llevar los salarios medios femeninos al mismo nivel que los de los hombres es muy loable. Esta web, y el congreso que han organizado, persiguen esos objetivos. Por eso les doy la enhorabuena. Pero a veces me da la impresión de que con «ayudas» como estas las mujeres no necesitan enemigos. Llevo un año haciendo estudios culturales, aprendiendo cómo se aprende acerca de la cultura. Me han hablado de cultura popular, cultura de masas, contracultura y Cultura con mayúscula. He leído acerca de culturas hegemónicas, minoritarias, mestizas e híbridas; manipulación cultural, teorías y escuelas diversas, distintas interpretaciones. Hemos leído artículos sobre la cultura homosexual en EEUU, sobre el reduccionismo que asimila las culturas de Asia Oriental a un puñado de estereotipos, sobre grupos que se identifican con la cultura popular audiovisual japonesa, sobre las connotaciones culturales de ciertos códigos de conducta sexual y de relaciones afectivas entre las personas… Y sin embargo, ninguno de los artículos que he leído mencionaba siquiera «la cultura de los hombres» ni «la cultura femenina». …hasta que Liderazgo Femenino ha descubierto que las diferencias entre hombres y mujeres en el entorno laboral se deben a un choque entre dos culturas diferentes, nada menos:

«Las mujeres somos una cultura diferenciada [sic] y por ello tenemos una manera de ver y una manera de no ver [sic] y unos miedos incorporados a esas percepciones. Las mujeres nos colocamos en el mundo con miedo a no ser queridas, con miedo a no ser aceptas [sic] y para tratar de evitar el rechazo impostamos nuestra identidad, nuestros deseos, nuestra voz.»

Pero, por encima de todo, que quede claro que la línea de Liderazgo Femenino no es machista:

«El liderazgo femenino aparece cuando nos autorizamos a vivir según nuestra identidad, al margen de los estereotipos. Y es entonces cuando encontramos este sereno poder, somos poderosamente femeninas y creamos entornos de respeto

Lo dicho: con estas ayudas…

Una vida sin objetivos

· One min read

Hoy he tropezado con esto:

«Si para ellos no existe un Dios , ¿como pueden vivir esos ateos? Mas racional que ellos me parecen (y se que es un mal ejemplo) los que dicen que Jesús e extraterrestre o que afirman adorar al señor de las tinieblas, y es que para los ateos la vida no debe de tener ningún objetivo, ninguna batalla merece ser peleada (para los ateos, claro esta), de que servirá todo lo que se vive, si nuestra existencia tiene limite temporal, a diferencia de la mayoría de las religiones que afirman existe una especie de vida eterna.»

— Timur

y ha hecho que me acuerde de esto: