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Uno de esos días en la oficina

· One min read

Esta mañana en la oficina he hecho un svn revert -R . en el directorio equivocado, lo que ha volatilizado una hora o dos de trabajo del día anterior. Poco después he abierto una ventana de MI y he estado dándole la brasa durante más de una página a Luis sobre detalles del proyecto. Me respondía unas cosas rarísimas y no parecía entender nada de lo que yo le decía, hasta que me ha recordado quién era, y entonces me he dado cuenta de que no era el Luis que yo pensaba, sino otro. Y aún antes de comer me ha dado tiempo de dejarme el foco del sistema de ventanas en la aplicación equivocada y de escribir (y enviar) enterita y por error una de mis contraseñas más preciadas a otro colega con el que estaba charlando. A pesar de todo eso, el día ha continuado medio normal. Incluso he ido esta noche a la sala Galileo Galilei a ver a Faemino y Cansado en directo. Muy divertidos. Y no me he roto una pierna ni nada. Ahora a dormir.

«Tiempo de Silencio» en el Gijón

· 4 min read

«Nada, que le tiraba. Madrid tira mucho. Hasta a los que no son de aquí. Yo lo soy, nacido en Madrid.»

— Luis Martín-Santos, «Tiempo de Silencio».

El Café Gijón es hasta barato (3,70 € un espresso con leche en mesa, más la propina) teniendo en cuenta lo cargado que está el lugar de significados y lo electrizante que es leer allí ciertos libros. Hoy he salido del metro en Banco de España y he subido por el Paseo de Recoletos. He llegado pronto, había muy poca gente, y he elegido una mesa bajo el espejo enorme. Me he encaramado en el plástico rojo de ese asiento corrido tan acolchado, espalda contra la pared, y he amortizado el desembolso alargando mi café y disfrutando del ambiente mientras el lugar se iba llenando poco a poco. Será la sugestión del lugar y del precio, pero juraría que el café estaba especialmente rico.

Portada del
Gijón

He alternado lectura con contemplación (no interior, sino de la otra). Los camareros van todos de uniforme blanco, excepto el señor orondo que maneja el comandero, que va de negro y con corbata. A mi alrededor, intentaba detectar indicios en los parroquianos. Un señor que estaba solo, como yo, abrió su moleskine nada más llegar y escribía a ratos. Un viejo, al que el jefe de camareros saludó con complicidad, y que por su edad debió ser coetáneo de los del 98 por lo menos, parecía dibujar bocetos en su libreta hasta que llegó su amigo un buen rato más tarde. Un hombre cerca de mí explicaba a otros dos la situación de las licencias de televisión privadas, comparaba con otros países y desentrañaba los intereses políticos detrás de ese negocio.

Interior del Café Gijón
(1)

Interior del Café Gijón
(2)

El libro que yo llevaba era muy propio (no iba a leer allí a Larry McMurtry, claro): «Tiempo de Silencio», una novela de 1961, muy comentada y muy celebrada, de Luis Martín-Santos, que empecé a leer ayer mismo. La que tengo es una edición 35ª, nada menos, e incluye las páginas que fueron censuradas cuando se publicó por primera vez. Al parecer, la novela es un retrato fantástico del Madrid de finales de los años 40; y desde que me enteré de qué iba y mis padres la sacaron de entre los estantes de libros y me contaron un poco acerca de su autor, estaba deseando leerla. De eso hace dos meses. Y aunque me estoy tapando los ojos con la mano para no leer los espóileres en la Wikipedia (deberíais verme; qué ridículo estoy), me ha parecido ver que el propio Café Gijón sale en la novela.

Leyendo en el Café
Gijón

Temía el comienzo, porque me habían prevenido del estilo denso, barroco y extravagante. Pero está resultando una delicia. Es verdad que hay mucha subordinación, pocos puntos y seguido (poquísimos puntos y aparte), profusión de palabras difíciles y de transcripciones atrevidas del inglés, y una variedad brutal de registros, desde el cheli más castizo de las chabolas de Madrid hasta el lenguaje cultísimo e irónico del narrador-protagonista. Pero todas las descripciones son tan minuciosas y tan originales, el relato está tan bien tejido y es tan rico, que se hace fluido. Y además muy divertido. La atmósfera tan evocadora de ese Madrid opresivo de postguerra, en un otoño luminoso aunque frío y gris, bullicioso de hambre y de miseria y de personajes misteriosos que merodean la calle Atocha en gabardina me está recordando bastante a «Beltenebros», de Muñoz-Molina. Además, el libro contiene en sus primeras páginas un par de frases miriamétricas pero maravillosas acerca de la ciudad en general, y de Madrid en particular. Siendo como es la idea de ciudad uno de mis objetos de fascinación, una de esas citas ya ha dado nombre al conjunto en Flickr que estoy dedicando a mis fotos de Madrid. Y ya en octubre decidí que será también el encabezado para el rediseño que estoy pergeñando para mi sitio web y para esta bitácora. Por si os ha picado la curiosidad, aquí tenéis la novela en versión electrónica:

Welcome to planet Gymkhana

· 4 min read

Still picture from
“Avatar”

Warning: moderate spoilers ahead (unless you've watched more than four mainstream American films in the past decade, that is!)

So there is this exuberant planet Gymkhana, one with whimsical gravity forces, flawless foliage with neon-like sap, and its own cute indigenous take on practically every terrestrial animal species, only much larger and colourful and maybe with an extra pair of legs or something. Planet Gymkhana is inhabited by an ancient race: the descendants of a praiseworthy hybrid between Jar Jar Binks, a bunch of elves hailing from Middle Earth and the puny aliens from “Close Encounters of the Third Kind”, plus a dash of the Smurfs. The people of Gymkhana spend their days hunting, jumping, flying, diving and running around. That is how their planet got its name. There come the baddies — easy to spot by their lack of feelings, the corporate greed they defend, the caliber of their biceps, or a combination of the above. Then there is a scientist, Ripley, who knows stuff and talks in science-speak and is far more sensible, if also too naïf for the toughness of the situation. Then there is the goodie, who also has strong biceps, is a bit stupid and takes great pride on not knowing a thing about planet Gymkhana, its native population or anything at all for that matter; but he is good. He is an American hero. They don't say that in the film, but you can tell from the beginning. The baddies want the money, the goodies have got feelings, you know the rest. Of course, the ignorant jarhead achieves tons more than the witty scientist with all her funny speak and her books (boys and girls: you get the moral of the story!). The goodies don't have a chance to win (it's the future and they're shooting arrows, for Christ's sake), but the planet is so cool that, man, the laws of physics rock around pages 68 and 114 of the screenplay, right there when they are most needed. And when, in spite of all that, their cause seems lost, good old deus ex machina does it.

Still picture from
“Avatar”

The goodie just looks the girl in the eye and coughs and she feels all the screws coming loose in her body. She falls in love, then she rejects him very badly, then something happens and he's great and she wants him again even more badly. There is the nice expendable soldier who is sensible and helps the goodies and dies at the end. You've got everything! There is even the younger, geeky scientist who is unable to strike a match but feels somehow threatened by the beefy main character, so he makes some lousy attempt at becoming the hero of the story (but he can't because he ain't on the frickin' movie poster). The story is also a metaphor of what's going on in planet Earth. There are clear hints on the ideas of invasion, preemptive strikes and a military that refuses to learn anything from the culture they're just about to anihilate; and even more explicit references to “fighting terror with terror” and a “shock and awe” operation (!). In spite of it all, I quite liked “Avatar”. So I guess I should say something positive about it now. “Avatar” in 3D is a feast for the senses — and a moving one, too. Just too much of cheap shamanism for me, and too many plastic bricks supporting a predictable script. I found it extremely beautiful and evocative, and great fun to watch. James Cameron certainly hasn't “reinvented cinema” (bah!) but this film might well be one of those fantasy/action/CGI films that stay in our memory forever, like “Terminator” and “The Matrix”.

Windows annoyances #481

· One min read

Important information crammed into a dialogue box which is tiny by default and (even worse) can't be maximised nor resized. The user is forced to scroll so many times to work with this window, eventually assuming that Microsoft is messing them around even harder than usual.

“Stupid Windows
interface”

Especially bad in this particular case, as there are two panels and the information displayed at the bottom depends on the selected item at the top. So it's not enough to scroll the upper list to read the bottom field — you actually have to keep on jumping between the two panels, sometimes to reveal just the odd line or two that remain hidden beyond the border of the text field. This criminal dialogue box (plus a few others like this one) has been happily living inside many flavours of Windows for years now. I reckon there must be a very good technical reason to keep things this shitty suboptimal, but I don't know it. Why? I mean, why?

Machismos

· 3 min read

Una muestra más de las actitudes machistas que aún pululan por ahí, y que atribuyen a las mujeres, de forma paternalista, un carácter fundamentalmente emocional y débil, relegando su competencia profesional y su independencia a un segundo plano. Un enfoque esencialista según el cual las mujeres, por ser mujeres, son inseguras y necesitan de afectos en el lugar de trabajo, víctimas de un ideal romántico de dependencia (fuentes y enlaces más abajo):

«Las mujeres, por miedo a no ser queridas viven en la impostura, un modelo de comportamiento femenino que tiene como objetivo adaptarse a las distintas exigencias para evitar el rechazo

«La forma femenina de estar en el mundo está marcada por el miedo a no ser queridas, y este miedo a no ser aceptadas convierte a las mujeres en sumisas, les impide demostrar su talento y provoca una actitud que envía al entorno un mensaje de búsqueda de protección, se infantilizan.»

«Se ha llamado el Síndrome de Maripili a las actitudes no conscientes de sabotaje que tienen las mujeres y son la consecuencia del miedo a no ser queridas

…solo que estas citas están extraídas de una fuente poco sospechosa de machismo (en principio): la web Liderazgo Femenino (no encuentro información sobre qué institución está detrás), ligada al I Congreso Internacional de Liderazgo Femenino, que tuvo lugar hace pocos días en Barcelona. Cualquier intento por eliminar discriminaciones a la hora de contratar mujeres y por llevar los salarios medios femeninos al mismo nivel que los de los hombres es muy loable. Esta web, y el congreso que han organizado, persiguen esos objetivos. Por eso les doy la enhorabuena. Pero a veces me da la impresión de que con «ayudas» como estas las mujeres no necesitan enemigos. Llevo un año haciendo estudios culturales, aprendiendo cómo se aprende acerca de la cultura. Me han hablado de cultura popular, cultura de masas, contracultura y Cultura con mayúscula. He leído acerca de culturas hegemónicas, minoritarias, mestizas e híbridas; manipulación cultural, teorías y escuelas diversas, distintas interpretaciones. Hemos leído artículos sobre la cultura homosexual en EEUU, sobre el reduccionismo que asimila las culturas de Asia Oriental a un puñado de estereotipos, sobre grupos que se identifican con la cultura popular audiovisual japonesa, sobre las connotaciones culturales de ciertos códigos de conducta sexual y de relaciones afectivas entre las personas… Y sin embargo, ninguno de los artículos que he leído mencionaba siquiera «la cultura de los hombres» ni «la cultura femenina». …hasta que Liderazgo Femenino ha descubierto que las diferencias entre hombres y mujeres en el entorno laboral se deben a un choque entre dos culturas diferentes, nada menos:

«Las mujeres somos una cultura diferenciada [sic] y por ello tenemos una manera de ver y una manera de no ver [sic] y unos miedos incorporados a esas percepciones. Las mujeres nos colocamos en el mundo con miedo a no ser queridas, con miedo a no ser aceptas [sic] y para tratar de evitar el rechazo impostamos nuestra identidad, nuestros deseos, nuestra voz.»

Pero, por encima de todo, que quede claro que la línea de Liderazgo Femenino no es machista:

«El liderazgo femenino aparece cuando nos autorizamos a vivir según nuestra identidad, al margen de los estereotipos. Y es entonces cuando encontramos este sereno poder, somos poderosamente femeninas y creamos entornos de respeto

Lo dicho: con estas ayudas…

Una vida sin objetivos

· One min read

Hoy he tropezado con esto:

«Si para ellos no existe un Dios , ¿como pueden vivir esos ateos? Mas racional que ellos me parecen (y se que es un mal ejemplo) los que dicen que Jesús e extraterrestre o que afirman adorar al señor de las tinieblas, y es que para los ateos la vida no debe de tener ningún objetivo, ninguna batalla merece ser peleada (para los ateos, claro esta), de que servirá todo lo que se vive, si nuestra existencia tiene limite temporal, a diferencia de la mayoría de las religiones que afirman existe una especie de vida eterna.»

— Timur

y ha hecho que me acuerde de esto: