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Scenes of a sexual nature

· 5 min read

La mayoría de mis fines de semana son bastante parecidos entre sí. El último fin de semana fue de los otros.

Trabajé un sábado por primera vez en el medio año que llevo en esta empresa, y lo extraño es que no me importó (¿es grave, doctor?). Por la noche, unos amigos y yo teníamos un plan que no prometía demasiado, y sin embargo se nos hizo tarde en un local del Soho que no conocíamos, con música en directo, riéndonos mucho y haciendo el payaso. La mañana siguiente no estuvo tampoco falta de sorpresas ni de emociones.

Después del domingo, la vuelta al ritmo apresurado de trabajo (estamos en la cuenta atrás para el lanzamiento de nuestro software) me tiene un poco agobiado. Esta noche, cuando salí de la oficina sentía que no podía volver a casa directamente; necesitaba hacer algo distinto. Entre la música y el cine, que son mis dos analgésicos habituales, opté por el cine.

He visto Scenes of a sexual nature.

Siempre he reclamado todo el Mérito Artístico para las buenas películas de ficción científica, muchas de las cuales se basan en efectos especiales espectaculares, o en mundos paralelos y futuros fantásticos que a veces se nos antojan exagerados o infantiles (por más que estén cargados, a menudo, de humanidad y filosofía). Para mí, The lord of the rings es una pieza de la cultura (¿casi?) tanto como pueda serlo Casablanca. Incluso puedo admitir, con algo de sonrojo, que me encantan ciertas películas «ligeras» que probablemente ningún crítico cultureta va a definir nunca como obras maestras (Blade, 28 days later, Resident evil).

…y aún así, no hay nada comparable con un simple primer plano de un buen actor, en un guión realista, representando emociones humanas con toda la riqueza y complejidad que en ellas caben. Y de esto hay bastante en Scenes of a sexual nature.

Había estado recolectando motivos para ir a ver esta película británica de bajísimo presupuesto, y ya me sobraban. (Quiero decir, motivos sin contar la aparición de la subcadena sex en el título ;¬)

Toda la acción de la película transcurre en Hampstead Heath. Hampstead Heath es un parque público inmenso en el norte de Londres. Como El Retiro de Madrid, pero casi el triple de extenso y más salvaje. (Y es sólo el segundo en extensión de Londres; el más grande es Richmond Park, que es como ocho «retiros»). Ese parque me encanta (como casi todos los de aquí). Además, y no sé muy bien por qué, disfruto como un enano viendo Londres en las películas. Será porque reconozco los lugares y puedo visitarlos después con otros ojos. El caso es que este parque aparece en todo su esplendor en la película, en una época que debe ser finales de primavera. Y aparece como es; con sus típicos bancos de madera (cada uno con una dedicatoria en una plaquita de metal), con las espectaculares vistas sobre el horizonte de la ciudad, con sus lagos y con los picnics británicos de mantel, cesta de mimbre, cubertería completa y copas de cristal.

Otro buen motivo era la presencia de la encantadora Gina McKee, a la que ya tenía ganas de volver a ver después de There's only one Jimmy Grimble y Notting Hill.

Si dijese que la película cuenta la tarde en el parque de varias parejas no conectadas entre sí, sonaría aburrido y uno podría creerse el comentario (negativo) en IMDB. Lo interesante es que todos esos acontecimientos están tratados de una forma diferente a la habitual. Hay una pareja divorciándose, otra hablando de tener niños, otras dos parejas que se reencuentran después de estar un tiempo separadas… y en todos los casos, hay algo completamente inesperado, u original, que lo hace interesante. En algunos casos, el detalle es evidente desde el principio; pero en otros, el espectador lo descubre de pronto, y eso le da un giro más atractivo.

El director y el guionista, que son noveles, consiguieron tener a algunos actores célebres, como Ewan McGregor, a base de darles la brasa durante meses e hipotecarse personalmente.

De todas formas, supongo que mi opinión tan buena sobre la película estará distorsionada porque he podido disfrutar realmente del inglés que usan los personajes. No hay diálogos muy rápidos, la dicción es clara y la música no tapa las voces de los actores. Así que he podido recrearme en los acentos, la entonación y esas cosas que son una gozada cuando uno se para a apreciarlas; incluso teniendo un inglés tan pobre como el mío.

«It's good to know that some things… just stay*.»*

Es tarde. Mañana me levanto otra vez a las 6:45 para intentar terminar la importación de sesiones de entrenamiento desde un pulsómetro con infrarrojos a la aplicación que estamos construyendo.

Sé que mañana a las 7:30 en el metro las emociones humanas y las riquezas de matices me van a importar un huevo.